lunes, 10 de noviembre de 2008

¿Cómo actúan los "Amigos de Mauricio"?

Armando Rivera Bolaños

En algunos anuncios televisivos del presidenciable Mauricio Funes aparece junto al emblema del partido de izquierda que lo postula, el logo que distingue al llamado movimiento ciudadano "Amigos de Mauricio", como si el uno con el otro fueran lo mismo, a sabiendas que ambos son dos grupos contradictorios como veremos a continuación.

Al ser nominado Funes como candidato, surgió ese movimiento autollamado "Amigos de Mauricio", al cual asistí en pocas ocasiones, en mi calidad de profesional independiente y sin filiación política. Sinceramente expreso que llegué desconfiado, pues por ser colaborador de este respetable diario, temía una experiencia desagradable, como la sufrida con unos sujetos que una vez me insultaron. Casi de inmediato advertí que ese grupo, carente de personería jurídica, es completamente contradictorio: "Somos, dicen, un movimiento ciudadano que apoya a Mauricio, pero no pertenecemos al partido que lo postula", una conducta ilógica expresada también por el flamante candidato en varias oportunidades cuando declara que "ellos (los amigos) apoyan mi candidatura, aunque no al partido". Una postura ambigua como la pregonada no es inteligente ni política, lo cual pienso es lo que motiva la desconfianza de los farabundistas para con ese grupo.

Pude cerciorarme que existen tres categorías: la primera, que comanda un ex político de los tiempos de conciliación, el profesor Luis Lagos, secundado por Alex Segovia, "el cerebro económico"; Carlos Alfaro, el ahora empresario Mecafé Meléndez , el coronel retirado David Munguía Payés, Ronald Umaña, y unos pocos más "de bajo perfil", como los calificó Medardo González, de la dirigencia izquierdista. Mauricito únicamente se reúne con esas luminarias, porque con el resto de "amigos" no hay ni el mínimo acercamiento.

De tal cúpula depende el estamento secundario, "los escarabajos obreros" del movimiento como el profesional verborreico Ángel Reyes, acompañado por Marlon Granados, un abogado poco conocido y otros. Finalmente vienen los "extras", el montón de ingenuos que llegan a la sede del grupo, pero que muy pronto, a las primeras de cambio, no vuelven a aparecer en escena. ¿Por qué ese fenómeno de deserción apresurada? Sencillamente, porque en ese movimiento resalta la desorganización, donde todos hablan, pero nadie hace nada, pues mientras el "zar", el que dirige la cúpula no ordena algo, el resto no se mueve y calla sumiso.

Pero a la base encontramos esa profunda contradicción entre los efemelenistas y los amigos. El ejemplo palpable se dio cuando Funes fue ratificado como candidato por la convención izquierdista. Alguien les mandó a los amigos un lote grande de camisolas con el logo del movimiento, pero solamente la vistieron los jerarcas que mencionamos. En efecto, cuando se llega al sitio del evento, los jerarcas fueron recibidos y colocados en sillas especiales, cerca de los convencionistas que los miraban de reojo, mientras la recua de segundones y "extras" sin camisola, fue a sentarse en las gradas de cemento, haciendo cifras de una masa amorfa. Días después organizaron una reunión de profesionales en un hotel. La asistencia fue numerosa, a quince dólares per cápita, pero cuando los farabundistas pidieron cuentas se armó la gresca, pues los amigos adujeron que "aún debían dinero al hotel", porque sus jerarcas "regalaron" cientos de tarjetas.

Después se armó otra discusión agria por el lote de camisolas que les habían regalado para repartir a todos, pero vendieron a diez, doce y hasta quince dólares cada unidad y nadie tenía un detalle del dinero obtenido, igual pasó con una cena bailable, con las donaciones en efectivo que les hacen y sepa cuántas otras "animaladas". Bien, hay mucho de qué hablar, pero la verdad es una: con las actuaciones anómalas de tales amigos de Mauricio, no se necesita tener enemigos, ¿verdad?

http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=6342&idArt=3000973

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