miércoles, 8 de octubre de 2008

La crítica y la crítica de la crítica

La alternancia en el ejercicio del poder es necesaria para la vitalidad de la democracia, pero no es un juego de sillas musicales.

Joaquín Samayoa
Columnista de LA PRENSA GRÁFICA

La política siempre despierta pasiones y las pasiones invariablemente obstaculizan el ejercicio de la razón. Es cosa de la naturaleza humana. Nadie está enteramente exento de esa fatalidad. Sin embargo, algunas personas se dan cuenta de las trampas en que puede caer el pensamiento e intentan librarse de ellas. Otros ni se enteran. Para ellos la parcialidad o la subjetividad en el análisis es siempre un atributo negativo de los demás. Se sienten poseedores exclusivos de la verdad y, desde esa posición de superioridad moral o intelectual, descalifican a cualquiera que no comparta enteramente sus puntos de vista.

La semana pasada, en este mismo espacio, señalé la incongruencia entre los ideales por los que luchó el FMLN en sus orígenes y las señales de subordinación o docilidad que ahora muestra esa agrupación ante un Hugo Chávez que no está respetando ni uno solo de los valores democráticos a los que dice adherirse el FMLN. También manifesté que, en mi opinión, Mauricio Funes debía adoptar una clara posición de rechazo al modelo de Estado que impulsa Chávez en Venezuela y en otros países de la región.

Mi planteamiento pudo haberse tomado como una sugerencia a Mauricio Funes para que disipe convincentemente las dudas que más podrían socavar su credibilidad en un importante segmento de la sociedad salvadoreña. Sin embargo, a muchos les pareció que era un ataque, un ejemplo más de la conspiración mediática en contra del FMLN.

Mi planteamiento pudo haberse tomado como una exigencia de claridad y honestidad al partido que muy probablemente ganará la presidencia dentro de pocos meses. Eso habría sido más consistente con el propósito de mi crítica. Sin embargo, a muchos les pareció un intento de dañar las posibilidades electorales del FMLN.

Lo que yo dije y sostengo es que el FMLN debe corregir oportunamente sus inclinaciones hacia un autoritarismo que niega los más fundamentales derechos civiles y políticos. Si tanta gente tiene puestas sus esperanzas en ese partido, si por primera vez ese partido tiene posibilidades reales de hacerse del control del poder ejecutivo, se hace más necesaria que nunca la crítica para que, ya en el gobierno, no nos venga a salir con ideas y prácticas contrarias a los valores de la democracia.

Sin embargo, muchos simpatizantes del FMLN simplemente no toleran ningún tipo de crítica, ni siquiera la que podría impulsar a ese partido a merecer realmente el apoyo ciudadano en vez de limitarse a capitalizar el rechazo de la gente hacia su principal rival. Con el argumento de que los salvadoreños estamos hartos de ARENA, esperan que le firmemos al FMLN un cheque en blanco, que no le pongamos exigencias, que hagamos un acto de fe en sus virtudes políticas, que no veamos peligro alguno en la llegada del FMLN a la casa presidencial.

Algunos me preguntan por qué no hago críticas o señalamientos similares a ARENA. Los invito a leer las columnas que he escrito a lo largo de varios años. En esos espacios periodísticos y en muchas entrevistas de radio y TV he criticado duramente a ARENA y a sus gobiernos por una larga lista de errores: la intervención del presidente en política partidaria, el intento de continuismo tras el amañado proceso de selección de su candidato presidencial, la tolerancia a la corrupción, el uso de fondos públicos para propaganda partidaria, las maniobras para mantener a la Corte de Cuentas bajo control del PCN, la manipulación de algunas instituciones, la política de subsidios, la débil voluntad de entendimiento con otras fuerzas políticas, y muchas cosas más.

También he reconocido en varias ocasiones las cualidades y méritos del candidato Funes y lo que me parece positivo en su programa de gobierno. Sin embargo, me han acusado de parcialidad cada una de las pocas veces que he señalado errores del FMLN. No caen en la cuenta de su propia parcialidad al hacer esa crítica que ignora el conjunto de mis opiniones.

La alternancia en el ejercicio del poder es necesaria para la vitalidad de la democracia, pero no es un juego de sillas musicales. Los ciudadanos no debemos darle la silla presidencial a alguien solo porque siempre la ha ocupado, pero tampoco debemos dársela a otro solo porque nunca la ha tenido.

Algunos intelectuales quieren hacer aparecer cualquier crítica al FMLN como resultado de ansiedades electorales, como algo enteramente subjetivo o interesado y, consiguientemente, sin valor analítico. Esas mentes cerradas, sean de izquierda o de derecha, no le hacen ningún bien a nuestra democracia.

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