jueves, 2 de octubre de 2008

Pancadas de ahogados

Por Eduardo Casanova

Copio textualmente un fragmento de un excelente libro inédito de Hannia Gómez, que trata sobre “El Cerrito”, la casa moderna más importante de Venezuela (“El Cerrito” o “Villa Planchart”). El texto es el siguiente: “La situación política de Venezuela se había agravado peligrosamente. La dictadura de Marcos Pérez Jiménez estaba tambaleándose; eran días aciagos. Recuerda Anala Planchart que no querían que los Ponti vinieran todavía. ‘Ellos andaban viajando y no sabíamos exactamente dónde se encontraban, no sabíamos donde avisarles. Por eso no llegaron a tiempo para la mudanza’, que se efectuaría la primera semana del mes. Aunque en realidad, hablar de ‘mudanza’ en el caso de los Planchart es casi una exageración, porque, como ya hemos visto, ésta se redujo al transporte puntual de sus humanidades acompañadas de sus vestuarios personales empacados en varios juegos de maletas, casi como si se tratase de otro viaje más de los que usualmente emprendían por el mundo… Esta vez, sin embargo, se estaban embarcando en la más sensible aventura de sus vidas. (…) ‘La cosa estaba malísima, pero eso no evitó que los Ponti se nos presentaran por ahí como el 18. Entonces, justo durante esos días, Arturo Uslar cayó preso. Cuando Ponti, al llegar, supo que estaba en la cárcel, exclamó entusiasmado: ‘In jail! Magnifico! ¡Benísimo, benísimo, que esté preso!’ Y nosotros le preguntamos ¿Pero, porqué?, y él nos dijo: ‘Porque cuando los intelectuales y el clero caen, el gobierno cae…’ La historia le daría la razón.” Eso fue en enero de 1958. Poco más de cincuenta años después otro gobierno corrupto y enemigo de la democracia empieza a dar muestras de descomposición. Inventan una conspiración y un “magnicidio”, y como “prueba” sacan una grabación de un muerto. Sí, de un personaje que murió un mes antes de que grabaran su voz. Y se preparan para meter presos a Miguel Henrique Otero, Alberto Federico Ravell, Luis Miquilena, Heinz Sonntag y otros personeros de la oposición, entre ellos a Monseñor Porras. “Los intelectuales y el clero”, diría ahora Ponti. El famoso maletín y la derrota que los espera el 23 de noviembre los tienen dando pancadas de ahogados. La justicia tarda, pero llega. Y ellos lo saben, como saben que van a tener que responder por sus desmanes, sus abusos, sus robos y, sobre todo, por haberle quitado el porvenir a Venezuela.

http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/4558674.asp

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