»Ex guerrilleros dicen que él estaba informado de lo que hacía Sibrián
El Diario de Hoy
"Al pelotón de fuerzas especiales le mataron la mitad. A un tal Lucas, que había sido jefe de seguridad del mando del Estado Mayor (de las FPL) allá en Chalatenango, conocido de todos los comandantes de las FPL, lo mataron también. Lo tenían amarrado. Le habían quebrado las dos patas a puro garrotazo. Ya no tenía ni dientes. Todo lo habían desgraciado. Y les dice él: Si creen que soy enemigo, mejor mátenme ya...--No, es que tenés que confesar --le dijeron...
"Mirá --me dijo Lucas a mí-- dame aunque sea meados que me estoy muriendo de la sequía.... Cuando se lo terminaron a golpes, lo ahorcaron".
Este es el testimonio del guerrillero Juan Patojo, que relata la agonía de uno del millar de combatientes de las FPL que fueron ejecutados por sospechas de traición en la guerra de los 80 y que recoge el libro "Grandeza y miseria en una guerrilla", escrito por Giovanni Galeas y Berne Ayala. Ambos responsabilizan de las matanzas al candidato a vicepresidente por el FMLN, Salvador Sánchez Cerén.
El texto es producto de una investigación de los autores en lo que fue el llamado Frente Paracentral del FMLN, que comprendía San Vicente, parte de La Paz y Usulután, donde ex combatientes les relataron los hechos en el mismo terreno. Galeas combatió en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), en tanto que Ayala procede del Partido Comunista.
El libro relata que entre 1986 y 1991 en las Fuerzas Populares de Liberación, la más grande de las organizaciones del FMLN, cientos de guerrilleros fueron ejecutados por lapidación, degollamiento y garrotazos, no sin antes ser sometidos a torturas, por órdenes del comandante Mayo Sibrián, jefe político-militar del frente paracentral. Juan Patojo era uno de sus ayudantes.
De "antiguos guerreros de la Paracentral, ahora olvidados y despreciados por el FMLN, escuchamos en palabras sencillas y directas los testimonios más desgarradores que hubiéramos podido imaginar... Sus testimonios apuntan irremediablemente a Salvador Sánchez Cerén como máximo responsable y autor intelectual de esas muertes", afirman los autores.
De hecho, el propio Sánchez Cerén fue increpado por los mismos militantes de las FPL en La Sabana, uno de los sitios del frente paracentral, cuando se reunió con los pocos que quedaban de la organización allí. "Si no se llevan a Sánchez Cerén (su seguridad) a saber qué hubiera pasado, porque la toda esa gente estaba bien adolorida", relata el capitán guerrillero Juan Patojo.
El libro también recoge el permanente reclamo sin respuesta del hermano de Lucas, Daniel Romero, para que Sánchez Cerén y Medardo González le digan siquiera dónde quedó enterrado el cadáver.
"¿Por qué responsabiliza a Sánchez Cerén? --le preguntan los autores a uno de los testigos. --porque "aquí venía la Comisión Política (de las FPL), se reunían con Mayo, ¿y por qué no pararon eso? --responde.
"Él (Mayo Sibrián) le mandaba a Sánchez Cerén toda la información de lo que estaba haciendo. Todos los días mandaba mensajes y cada trimestre enviaba un paquetón de informes. No era nada oculto lo que se hacía aquí, no. Era toda la Comisión Política de las FPL influenciada por el FMLN", afirma Juan Patojo, quien dice que conoció a 300 de las víctimas.
Tiempo después, las denuncias de las atrocidades llegaron hasta la comandancia general del FMLN y Francisco Jovel, "Roberto Roca", del PRTC, amenazó con renunciar si no se les ponía paro pues no era posible que "todos fueran infiltrados", ante lo cual Sánchez Cerén prometió "investigar". Mayo Sibrián fue ejecutado posteriormente.
En septiembre pasado, Sánchez Cerén admitió las matanzas, pero dijo que no fueron contra civiles sino contra "infiltrados" y descargó la culpa en Mayo Sibrián. En otra ocasión se ha descargado diciendo que la Comisión de la Verdad de la ONU no lo acusó por los hechos.
Sin embargo, los autores del libro consideran que no se puede limitar lo que ocurrió entonces sólo a lo que dice el informe de la Comisión de la Verdad, el cual "no tiene el poder, ni legal ni moral, de cerrar toda posibilidad de que las víctimas del conflicto... puedan ser reivindicadas como tales".
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Publicado por El Narizón en 6:20 0 comentarios
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