Por Rodolfo Chang Peña
No es por querer imponer ideologías fracasadas, modelos económicos complicados o nuevas corrientes filosóficas y humanísticas, sino porque su prolijo planteamiento no resiste un análisis realista, sobre todo porque genera incertidumbre, ha ofrecido el cielo y la tierra a la población, una gran cantidad de cambios estructurales y no dice cómo, en cuánto tiempo, ni con qué recursos los va a llevar a cabo.
Exceptuando los electores fanáticos de voto duro, el salvadoreño precavido, prudente, que emplea el sentido común, no encuentra cómo el FMLN podrá resolver el grave problema de la pobreza sin contar con la ayuda de los Estados Unidos, divorciado de los demás institutos políticos y dentro de un accionar escasamente democrático, sin diversidad y pluralismo, peor aún, en contra de los medios de difusión del pensamiento e intolerantes con la crítica.
Dejando a un lado las frases hechas, las arengas domingueras, los anuncios sesgados y las peroratas de plaza pública, el electorado con un poco más de criterio y capacidad analítica abriga serias dudas sobre la capacidad del FMLN para cambiar el país y hacer lo que dice que va hacer.
Si el Frente gana las próximas elecciones presidenciales sin temor a equivocarme va a inundar los ministerios e instituciones autónomas que constituyen la médula del engranaje de la cosa pública, con individuos cerrados, obcecados, dogmáticos e inflexibles, más fieles a la ideología del partido que los apadrina que a los intereses de la patria, sin ninguna experiencia de gestión porque nunca han administrado nada, y cuando empiecen a conocer el quehacer institucional se les terminó el período. Esto definitivamente no conviene al país y podría acarrear un peligroso estancamiento.
¿Qué ocurrirá en el Ministerio de Salud Pública, en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social y en la empresa privada dedicada a las actividades de la salud, por cierto las más importantes corrientes sanitarias del sector? No cabe duda que se acrecentará la educación para la salud, la medicina preventiva y la medicina masificada, que tal vez incrementará la cobertura pero la calidad de los servicios se vendrá al suelo. Todo lo demás saldrá sobrando, es más, los centros hospitalarios privados se considerarán como veleidades imperialistas y el ejercicio privado como una práctica contrarrevolucionaria.
Qué tal si a algún jerarca se le ocurre que a partir del primero de mayo próximo todos los salvadoreños quedan automáticamente protegidos por la seguridad social con derecho a prestaciones completas y con utilización de tecnología de punta, aunque no exista la infraestructura necesaria ni los recursos para sufragar los gastos. ¡De todos modos el populismo sanitario es parte de la estrategia!
Realizar cambios bruscos en una sociedad establecida, organizada y con un sistema de vida definido, no es tarea fácil, mucho menos para principiantes y soñadores, que todavía celebran la revolución bolchevique y el gobierno del proletariado que hace décadas demostró su inoperancia.
Demás está mencionar la cadena interminable de torpezas que le van a complicar al FMLN sus intenciones de cambiar el país, como identificarse con los países enemigos de los Estados Unidos, darse color con los narcos y secuestradores de las FARC de Colombia, expresar su aspiración sentida de eliminar la Fuerza Armada, considerar a los medios como enemigos, anunciar la ruptura de relaciones con Taiwan, regresar al colón como un punto de honor pendiente y últimamente manifestar su intención de dar un espacio a los grupos violentos de choque.
A lo mejor también le darán un espacio al crimen organizado y a las compañeras de vida de los reclusos, que no desaprovechan oportunidad para intentar pasar "chips" y drogas a sus parejas.
http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=6342&idArt=3022872
No es por querer imponer ideologías fracasadas, modelos económicos complicados o nuevas corrientes filosóficas y humanísticas, sino porque su prolijo planteamiento no resiste un análisis realista, sobre todo porque genera incertidumbre, ha ofrecido el cielo y la tierra a la población, una gran cantidad de cambios estructurales y no dice cómo, en cuánto tiempo, ni con qué recursos los va a llevar a cabo.
Exceptuando los electores fanáticos de voto duro, el salvadoreño precavido, prudente, que emplea el sentido común, no encuentra cómo el FMLN podrá resolver el grave problema de la pobreza sin contar con la ayuda de los Estados Unidos, divorciado de los demás institutos políticos y dentro de un accionar escasamente democrático, sin diversidad y pluralismo, peor aún, en contra de los medios de difusión del pensamiento e intolerantes con la crítica.
Dejando a un lado las frases hechas, las arengas domingueras, los anuncios sesgados y las peroratas de plaza pública, el electorado con un poco más de criterio y capacidad analítica abriga serias dudas sobre la capacidad del FMLN para cambiar el país y hacer lo que dice que va hacer.
Si el Frente gana las próximas elecciones presidenciales sin temor a equivocarme va a inundar los ministerios e instituciones autónomas que constituyen la médula del engranaje de la cosa pública, con individuos cerrados, obcecados, dogmáticos e inflexibles, más fieles a la ideología del partido que los apadrina que a los intereses de la patria, sin ninguna experiencia de gestión porque nunca han administrado nada, y cuando empiecen a conocer el quehacer institucional se les terminó el período. Esto definitivamente no conviene al país y podría acarrear un peligroso estancamiento.
¿Qué ocurrirá en el Ministerio de Salud Pública, en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social y en la empresa privada dedicada a las actividades de la salud, por cierto las más importantes corrientes sanitarias del sector? No cabe duda que se acrecentará la educación para la salud, la medicina preventiva y la medicina masificada, que tal vez incrementará la cobertura pero la calidad de los servicios se vendrá al suelo. Todo lo demás saldrá sobrando, es más, los centros hospitalarios privados se considerarán como veleidades imperialistas y el ejercicio privado como una práctica contrarrevolucionaria.
Qué tal si a algún jerarca se le ocurre que a partir del primero de mayo próximo todos los salvadoreños quedan automáticamente protegidos por la seguridad social con derecho a prestaciones completas y con utilización de tecnología de punta, aunque no exista la infraestructura necesaria ni los recursos para sufragar los gastos. ¡De todos modos el populismo sanitario es parte de la estrategia!
Realizar cambios bruscos en una sociedad establecida, organizada y con un sistema de vida definido, no es tarea fácil, mucho menos para principiantes y soñadores, que todavía celebran la revolución bolchevique y el gobierno del proletariado que hace décadas demostró su inoperancia.
Demás está mencionar la cadena interminable de torpezas que le van a complicar al FMLN sus intenciones de cambiar el país, como identificarse con los países enemigos de los Estados Unidos, darse color con los narcos y secuestradores de las FARC de Colombia, expresar su aspiración sentida de eliminar la Fuerza Armada, considerar a los medios como enemigos, anunciar la ruptura de relaciones con Taiwan, regresar al colón como un punto de honor pendiente y últimamente manifestar su intención de dar un espacio a los grupos violentos de choque.
A lo mejor también le darán un espacio al crimen organizado y a las compañeras de vida de los reclusos, que no desaprovechan oportunidad para intentar pasar "chips" y drogas a sus parejas.
http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=6342&idArt=3022872
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